Esta silla es la compañera de la mesa de la entrada anterior. Como veréis, también se encontraban en un estado un poco caótico, pero me parecieron preciosas y con muchas posibilidades de darles una segunda oportunidad, creo que se lo merecían, no creéis?
Como
podéis observar, se encontraban llenas de agujeros, debido a los cientos de
tachuelas, grapas, clavos y un largo etcétera de objetos clavados en ellas,
desde luego se habían ensañado bien con estas pobres sillas.
Ni
gota de carcoma, como es natural en los muebles que traigo de Madrid y que
Marisol muy amablemente me ofrece, porque creo que ya me conoce un poquito.
Los
muelles muy a mi pesar, fueron sustituidos, ya que necesitaba que estas sillas
durasen unos cuantos años más y estos no me ofrecían demasiada garantía, creo
que ahora, están bastante más fuertes.
Los
dibujos del respaldo estaban rotos y a falta de trozos de madera, esto fue uno
de los trabajos más laboriosos, pues hubo que reconstruirlos uno a uno y debo
decir que en alguna de ellas me costó más quitar colas antiguas y trozos
(alguien había hecho con anterioridad un intento de restauración), que la
propia reconstrucción en sí misma.
Pero mi insistencia, mi santa paciencia y unas manos de pintura, lo lograron…